miércoles, 6 de febrero de 2013


Bella Vista, un barrio en decadencia

Si bien es cierto que los tiempos cambian y que hay que adecuarse a ellos, no es menos cierto que hay que tener en cuenta que Bella Vista nace de los hechos escenificados en los primeros años de nuestra era republicana
Ängelo Peregrina

No es un secreto que bajo la administración del Dr. Belisario Porras se construyeron las mayores obras arquitectónicas que tiene hoy nuestro país, obras que denotan la monumentalidad y el esplendor del estilo neo-clásico  heredado de la corriente estilistica francesa y plasmada por Leonardo Villanueva Meyer y Genaro Ruggieri. De igual manera sería la propuesta de realizar en Panamá la primera Exposición Internacional de 1915, evento que pretendía mostrar al mundo la importancia de nuestro istmo.

En esta propuesta se incluiría la construcción de pabellones de los diferentes países amigos, en una finca de las afueras de la ciudad, conocida como el Atillo, área comprendida hoy desde la calle 30 Calidonia hasta la manzana en la que se sitúa el Ministerio de Economía y Finanzas.

Este proyecto majestuoso serviría de base para un nuevo desarrollo urbanístico en la ciudad, y en ello coincidieron notables arquitectos que con gran sentido de responsabilidad supieron crear y plasmar espacios funcionales, estéticos, y de gran valor humanístico. Entre ellos puedo mencionar a James Wright , Guillermo De Roux , Rogelio Navarro, Ricardo Bermúdez, René Brenes, Gustavo Shay, Richard Holzer, que entre otros conforman la lista de arquitectos fundadores, si se quiere, del ejemplar barrio de Bella Vista.

No dea de preocuparme el acelerado y descomunal cambio que está ocurriendo en este sector, cambio que la mayoría de las veces, como es costumbre, obedece a caprichos e intereses personales en los que impera la ignorancia, la falta de buen gusto, el sentido común y el amor por lo nuestro.

A través de estos últimos años se ha querido establecer, mediante improvisados proyectos, una especie de "zona turística" localizada en las calles aledañas a la Contraloría, conocidas como calle Uruguay y las adyacentes al Parque Urraca, sin dejar de mencionar a Marbella. Sitios estos en donde cada cual ha implementado a su antojo el más llamativo cartel publicitario, compitiendo de manera desleal con su más cercano vecino. De igual manera se han tomando las diferentes áreas públicas y de circulación para convertirlas en aparcamientos privados y para exhibición de productos, autos de todo tipo, buses pachangueros, camiones , y hasta carritos de viandas que, a la vista, no llenan las más mínimas exigencias de salubridad.

Ni hablar de las propuestas inmobiliarias, caprichosas, incongruentes, que no responden a ninguno de los estilos imperantes en este sector y que rompen de manera absurda con su volumetría.

Si bien es cierto que los tiempos cambian y que hay que adecuarse a ellos, no es menos cierto que hay que tener en cuenta que Bella Vista nace de los acontecimientos escenificados en los primeros años de nuestra era republicana, dando origen a una propuesta arquitectónica derivada de lo clásico, lo colonial, hasta llegar a lo contemporáneo. Estilos estos únicos en la región de América y que han sido motivo de estudios por connotados expertos en el tema.

De más está decir la incesante expedición de permisos para la venta de licor en restaurantes y antros donde gradúan a nuestra juventud en los peores vicios, y que además sirven de escenarios para todo tipo de trifulcas.

Frente al parque Urraca

Via España


Ave. Justo Arosemena

Antiguo Teatro

Arquitectura Neoclasica
Este desatino ha creado una especie de caos, en el que cada cual cree tener la razón, y se actúa de manera irresponsable, mermando la calidad de vida de los que ahí residen todavía, y lo más importante, deteriorando el patrimonio edificado que es digno de respeto por su gran riqueza arquitectónica.

Aunque hay una iniciativa por parte de las autoridades de la Dirección de Patrimonio Histórico en crear normas para la aplicación de una zona de amortiguamiento para la preservación de estos bienes, esta no se ha tomado con seriedad y una vez más las autoridades de este corregimiento ignoran que los intereses de la colectividad están por encima de los intereses personales.

Hagamos turismo con responsabilidad y mostremos amor por nuestro legado patrimonial; busquemos fórmulas para el mejor desarrollo de las comunidades en donde impere el respeto, la tolerancia y el amor al prójimo. De esta forma estaremos creando verdaderos ciudadanos, pero sobre todo ciudadanos que valoren y quieran nuestro entorno. Únicamente así podremos preservar lo que tanto cuestionamos: nuestra verdadera identidad.

La Prensa, Sección OPINIÓN
Noviembre 6, 2005

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